El autor da ánimos y avisa a Gaspar Rodríguez de que ha estado enfermo por sus pecados, aunque ya se encuentra mejor. Asimismo, le indica que fue a confesar y que no tienen nada que temer, si hubiese "amarillos" que se los muestre al portador de la carta, que tiene orden de avisarle de su gente y de Miguel Rodríguez.