No assi, tu, querida Pepa, que contrapuesta à este
pomposo sonido, guardas tiempo òportuno, solicitas continua
da y consumas rigorosa con las rectoricas de tu corazon
reglas què prescribe tu entendimto no para calificar la
voluntad, pues no substituyes en amorosos âfectos del alma,
las hermosas expresiones del cariño.