El autor recrimina a Juan José Aranda su vida licenciosa y le advierte de que su comportamiento escandaloso puede provocar la intervención del Santo Oficio.
Ju Jph rezivi la tuia pero extraño
no te me des por entendido de la qe dias
haze te tengo escritta sobre lo qe te Combiene
por lo que me haze discurrir desprezias
mis consejos, y me estoy temiendo por instan
tes verte en un prezipizio y atolladero qe
ni te puedas desatascar, ni nosotros sa-
car la Cara por ti porque infiero de lo mis
mo que me dizes haver llegado a un esta
do lamentable tu relaxazon y prozeder
Porque qudo Dios permite qe a un sazerdote
con espezialidad á un Parroco le ultragen
de obra, y de palabra los seculares, y lo qe
mas es sus mismos feligreses, qe le deben res-
petar como a un oraculo de Dios, es prueba
evidente de qe su Vida es relaxada, y perversa