Pepa mia y mui âmada: Dios te conceda salud como te deseo. Tengo noticia estas mui àpesa-
dumbrada, qdo querra Dios no te àpesadumbres por tan poco fundamto ni que yo sea la causa de
tus sentimtos. Creo pepa mia que si para todas las veces que tu dices te he dado pesadumbres
han sido excitadas de causas tan grandes como la presente, que poca quenta tendrè que dar
a su magd de tus ayes. Has de saber, pues, que el haver embiado â Manl estevan para que
le diesses los dos rosarios fuè porq discurria te los habria entregado el sugeto â quien yo
se los di martes por la tarde para que te los llebase. No te los llebò ni a llebado ni lle-
bara ya, pues ayer mañana estubè con èl y dice que si los tengo de dàr que èl tambien
los quiere. Pero vamos al caso: es motivo de esperar que yo embie â tu casa por cosa que
yo tenia entendido estaba en tu poder? Ponderalo bien. Ademas tenias que responder mas
que yo no te havia dado nada? pues en esto en que està el sentimto. Pepa mia, no lo entiendo
y si lo entiendo: mientras conozco que todas mis operaciones te son enfadosas y molestas. Bien
pudiera probarlo en que haviendo salido ayer de tu casa por mañana y tarde no hè mere-
cido viniesses â informarte tocante à los rosarios. Haces bien hija mia, que yo estoy para ti de
sobra y por lo mismo no merezco debida, justa y grata correspondencia por lo fino de mi àfecto.
La llabecita de mi caxon hè perdido, no quiero romper el candado hasta ver si
la topo, pero si no pareze sera preciso romperle, en èl tengo dos libras de chocolate que sòn
para ti, pero en la ôcasion presente necesito de catorze pastillas, si tu las tienes estimare
me las embies que despues nos veremos. Te remito esse lienzo para que me hagas unos
paños, digo, si tu no lo quieres, que si te sirve a mi no me haze falta, pero no me âtrevo
â decir te quedes con èl porque ya sè que no te hè de dar nada. Te remito esse libro para
que te entretengas. Mientras pido â Dios te me gde ms as.
tuyo con el alma y vida por mas q
te dè pesares
fr franco
mi dilecta y amabilissima Pepa.