El autor explica a Josefa Moreno y Suárez la tristeza que siente por el trato que tienen entre ellos, al no sentir que sus sentimientos son correspondidos por ella. Le pide que no deje de ir a verle ni rechace los regalos que le hace.
Pepa mia y Dueño mio: no obstante que ayer âl despedir-
nos establecimos la paz considero âpesadumbrado â tu cora-
zon â impulsos de mis proferidas palabras. Habletè impaci-
ente del mismo modo lo fueron las razones. Ô âfecto, y lo
que âtropellas! Que con las propias vozes que juzgas leni-
tivo de aczidentes son veneno que das muerte. Pero què
mucho? Quando por ciego no obtienes fueros de lince. Y assi,
querida prenda mia, vida de mi vida, no estrañes no mis
afectos que originados de lo mucho que te estimo en qual
quiera âceptacion discreta debo merezer perdon. No admi-
res prorrumpa en quexas dirigidas â lo que contemplo de
tu mala correspondencia principalmte quando tengo presen
te lo de Antheros y Cupido, que mas enamorados quanto
mas correspondidos. Y viendo en ti tan trocados los âfectos
primeros con el medio de los segundos y la variedad
de estos ultimos no es maravilla me lamente mucho de
ti mas del tiempo, de este porque tan presto sabe esta
blecer las cosas como las sabe olvidar, de ti porque
siendo por naturaleza âfable, obstentes rigores con q
tan finamte te ama. Verdaderamte por dias, por
oras y por instantes deviamos estimarnos mas y mas
pero ô fortuna esquiva! que el mismo âfecto q de mi lo-
gras me persuado es injuria que de ti cobro. Siempre
fuè discreta maxima de los âpasionados practicar experien
cias para la averiguacion del aprecio del estimado objeto;
no las hè ômitido en el dilatado curso de dos años y solo
hè sembrado para llenar las troxes de ôdiosa cizaña.
Quien tenga la culpa no ventilo; quando mi desgracia
es motivo para mucho mas. Con certeza devo pro-
rrumpir en ayes; pues si de quien indefectuosamte
havia de coronarme de finezas son los laureles de