Madrid
24 de setiembre de 1827.
Señor Don Felipe Mazarrasa.
Mi querido amigo: Alégrome en el
alma de que con el nombramiento
que Usted ha obtenido de Asesor del
Juzgado consular de esa Probincia
haya asegurado una posesion que tan
legitimamente le pertenecia; pero siento
que este sea un motivo para que
abandone la contaduria del
Ayuntamiento cuya corporancion, que
necesita ya de muletas para caminar,
va à quedar con un ojo menos. Sea
todo por Dios, y el mismo Señor
quiera que en las proximas elecciones
no le echen fuera el otro ojo, porque
entonces ¿à donde iriamos en busa de
lazarillo? Lo cierto es, mi apreciable
Don Felipe, que está tal ese bendito
Pueblo que tiemblo de ponerme en
marcha. para entrar en él. Preveo que
no subsistiria ahi mucho tiempo
apresurarian à sacarme sin coger
otro fruto que el de embiar una
docena de pillos ensartados en
una cuerda à Valladolid para que
desde alli, despues de chuparles
pesetas, les hiciesen volver à
Santander. Habria postas, postillones,
memoriales, propios, fugas; en fin, se
repetirian las escenas de marras y aun
se aumentarian si, como presumo, me
encontraba en la necesidad de
ensartar en el rosario alguna cuenta
gorda y muy gorda. No valdra mas
evitar contingencias tan
desagradables, que por precision las
combertira en realidades mi presentacion en
Santander, pues Yo colocado al frente
de esa Probincia no cuidaria, como
no he cuidado nunca mas en los
varios mandos que he tenido que de
servir a Dios y al Rey sin atender á
otros respetos humanos empezando
por mi propio sosiego?
He sabido que su hermano de Usted esta
bueno: El mio presumo que vaya á
mandar la Brigada de Realistas de
Asturias, si es que le acomoda.
El Rey sigue su marcha á Cataluña
por Valencia; y he sabido que hoy
salio del quintanar de la Orden sin
novedad.
Deseo que continue Usted con la misma
reiterandole la felicitacion por la
propiedad de su destino en el
consulado su afecto amigo que besa su Mano
Vicente Gonzalez Moreno