El autor escribe a sor Teresa de San Jerónimo para explicarle sus experiencias místicas y pedirle consejo para amar a Dios.
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me sucede esto, quando he dormido poco la noche, y no creo, que sea
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el sueño, que tienen las personas espirituales en la oraçion, los efetos, que
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en mi deja son estos, el ver el alma, que al istante que ha dormido, deseosa
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de suplir aquella falta se contentaria de prosiguir la oraçion; yo, madre,
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no veo otra cosa aqui en el Profesorio; quien se queja, quien padeçe penas de
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infierno, quien esta afligido, y congoxado; parece, que todos padezcan; yo
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solo, me pareçe, que no padezca nada, ni tampoco me viene d ello deseo.
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Por tanto bivo con miedo, creyendo, que en lugar de adelantarme me atraso;
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ni me diga Vm que este mesmo miedo sea mi quietud, porque me dura por
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un quarto de hora al dia, y façilmente lo echa de mi la frequençia de
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estas operaçiones que siento; y asi soy un alma sin amor, sin Cruz; todos,
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parece, que segun mi inclinaçion me respeten, ni siento que me den alguna
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molestia ni Dios, ni los hombres; Vea pues madre mia, y aconsejeme lo que |
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devo haçer; Vea si quiere que yo mortifique en algo mi cuerpo, trayga
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çilicios, o, que me astenga algo de comer; aconsejeme, segun le parece, que sea
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la voluntad de Dios, y le ruegue, que ponga todo en execucion; Las pasiones
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de la honra son mas bivas ahora, que nunca, muy poco, o, nada de provecho
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veo haver hecho regulando mi vida con la de nro Señor JesuChristo;
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otros dicen, que de lo que eran, y son se han mudado como del Cielo
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a la tierra, pero yo confieso la verdad, soy mas miserable ahora, de lo
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que era entonçes, ni crea, que sea humildad, porque hablo con una madre
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descubriendola mi coraçon; las operaçiones, que yo siento, me haçen conjeturar
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que estoi en graçia de Dios, y asi me haçen estar el hombre mas bienaventurado
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del mundo; pero quitando estas, que son cosas de Dios, el remanente es un coraçon
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de miserias; si se me representa el padeçer, se me achica el coraçon
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