Murcia
25 Dici de 1811
Mi Señor y muy estimable amigo: La carta de Vd
me ha sido gratisima, como la de quien debe ocupar en mi
corazon un lugar tan distinguido como el de nuestro santo
y dichoso Dn Joaquim. Yo tengo puestos mis ojos sobre Vd
de una manera intima y expresiva, persuadido de qe reunidas
alguna vez (qe no se tardara) nuestras miras en los santos in
teriores de Dios, hemos de cumplir lo que falta a los sufrimi
entos de Cristo. Lo qual es tanto mas estimable, quanto mas
dificiles y mas apostolicos son los tiempos de ahora que los
qe nos habian precedido. La Santa Iglesia se va aproxi
mando a los dias de su restablecimiento, que podran quiza
ser semejantes a los en que se establecio. Vd sabe mui bien, que
las revoluciones de los imperios jamas han dexado de servir
a los adorables designios del Señor sobre la que es en el divi
no misterio la carne de su carne. ella por consiguiente debera
experimentar bien pronto en si los efectos de una sabiduria
piadosisima que sobre tantas vejeçes como la afean, levantara
la simpliçisima y apostolica hermosura, que siglos hace estamos
deseando ver sobre su desfigurado rostro ¿quien sabe la parte que
a Vm, y a mi nos ha de tocar en esta obra? A Vm por lo que se
ra, y a mi por lo que tan injustamente soy, pues que no debia
serlo. es constante que en lo que en caso podamos servir, no ha
de ser por otros caminos que los que pa su primitiva forma
cion anduvo el esposo, caminar de espiritu, y de grandes trabajos.
Dichoso Vm que en el ocio presente halla tiempo en que prepa
rar bien su alma para ello. Dichoso Vm que sin el torbellino
de las duras ocupaciones que a mi rodean, puede mantenerse en
perfecta soledad y libertad de todo pa oir al omnipotente y trans
formador susurro en su corazon. Dichoso Vd qe posee una al
ma constante y firme, a quien falta bien poco para tama
ña obra. Yo gemire desde el centro de tantas divergencias de
mi pobre espiritu, pidiendole al Señor que me haga digno de
servir bien en ella, o consumar mis dias para no servir de
escandalo a su pueblo. Reciba Vd la franqueza con qe le conju
ro a que no pierda antes de su ordenacion tanto como yo per
di, si no por una vida extragada, a lo menos por no haver corres
pondido al espiritu de ministerial santificacion que poderosa
mte me llamaba. Vd podra ser de este modo para mi un dia
lo que me ha sido, y aora me es mas que nunca aquel Santo que
fallecio.
Recibo la enhorabuena con qe Vd me felicita con
tanto mayor gusto, quanto en la amargura de mi alma a vista
de la abominacion del pueblo, que crecia despues del castigo, pude
libremte decir: Vedme aqui; acabo de tocar con mi proprio dedo
el terrible dia de la eternidad; salgo de entre los horrores del se
pulcro, y no salgo sino para anunciaros los juicios del Señor; y tra
bajar con nueva eficacia en vro bien
Yo conservo en mi poder la carta de ntro Catedra
tico como precioso monumento de su buena memoria,
y como instrumento contra los malos oficios de Vm pr
mi; ¡Quan engañado vive Vm en lo que de mi piensa!
Ah! si Vm metiera la mano en este seno!..
si Vm ve en esa como es regular a ntro
Prelado, sirvase ofrecerle mil respetos de mi parte.
Gilbert