Paz y paçiençia Muy cara madre mia en JesuChristo. Aunque sepa
que el Padre no la ha dado la primera carta, me ha pareçido como buen
hijo escribirla la segunda, dandola notiçia de lo que Dios Nro Señor obra
en mi, y yo en el; quedé muy consolado en los dias pasados, porque Dios
con grande abundançia arrojava sobre de mi, a manera de arroyuelo
amoroso, aquella agua interior, y mientras yo la reçibia, me parecia, que
este arroyuelo pasase, no por medio del coraçon del alma, pero solo me
pareçia, que el alma, como una niña, le estuviese dentro con las plantas de
los pies; solamente me mojava los pies, pero no me dava a conoçer sus efetos,
sino que de quando en quando, me pareçia, que de este arroyuelo subiese
alguna gota al coraçon, y me causava un cierto deseo suave de ser unido
con Dios, y tambien un cierto deseo, y codiçia de arrojarme en aquel arroyo,
y anegarme, pero por mucho que lo procurase, no pude nunca consiguirlo;
sino que siempre le estava dentro con las plantas de los pies, con todo yo me
consolava
esperando entre pocos dias de arrojarme allá dentro, pero la cosa ha suçedido
muy al contrario, conque me pareçe de haver ydo atras; es verdad, que por
muchos dias senti en el seno aquel movimiento semejante, al que haçia el
arroyuelo, pero no me podia çertificar; ahora ha llegado a tal la cosa, que
no siento mas nada, y estoy seco; y las operaçiones, que siento, me pareçen
tan sensibles, que mas presto me dan pena, que regocijo; la causa la he dado
yo con mi infidelidad; ruegue a Dios por mi; me llama la obediençia, no
puedo prosiguir. Fr Apolonio.