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Maarten Janssen, 2014-

PS8079

1800. Carta de Juan Ximénez Llamas, presbítero de la villa de Belmonte, para para Juan Antonio Torres.

ResumoEl autor explica a Juan Antonio Torres que algunas indicaciones que le han dado para contener el fervor en torno a la beata María Isabel Herráiz ya las ha llevado a cabo, pero no ha conseguido ningún cambio, máxime cuando el número de personas afines a ella va aumentando. Considera que es imposible oponerse a lo que está ocurriendo porque es empeño del Señor lo que está sucediendo, de lo que son testigos algunos amigos comunes. No se siente capaz de relatar los acontecimientos que están sucediendo y le gustaría que el destinatario estuviera junto a él para asistir a lo que él está viendo porque se siente confuso y considera que no tiene suficiente conocimiento para entender lo que está ocurriendo por lo que prefiere seguir los consejos de los amigos.
Autor(es) Juan Ximénez Llamas
Destinatário(s) Juan Antonio Torres            
De España, Cuenca, Villar del Águila
Para S.l.
Contexto

El proceso se abrió por alumbrados contra María Isabel Herráiz, la beata de Villar del Águila, entre 1802 y 1808. Se trata de un amplio proceso en el que se incluye a muchas otras personas que tienen relación con ella y se les acusa de ser cómplices en las ilusiones de María Isabel Herráiz. Ella creía que Jesucristo se encontraba en ella, por lo que no podía comulgar, incluso algunos otros acusados afirmaban que veían a Jesús hecho Niño en el pecho de la acusada. Cuando ella abjuró reconoció los errores que había declarado, errores que se debían al mal espíritu que había sido el causante de todas las señales que ella había recibido, las revelaciones, visiones que ella había creído que eran verdaderas y enviadas por Dios. Lo mismo ocurría con la creencia que María Isabel Herráiz tenía de que el Señor se había colocado en su pecho y que se había consagrado en su cuerpo para efectuar una reforma general en el mundo por su ministerio y para el establecimiento de un nuevo Apostolado y que había de morir en Roma y su cuerpo subir a los cielos al tercer día, hechos que estaban anunciados en el Apocalipsis y otros libros sagrados. María Isabel Herráiz alegaba que todos estos pensamientos los había tenido por culpa del demonio, quien había transformado y acalorado su imaginación, ofuscado su entendimiento, entorpecido su razón para no descubrir el engaño. Justificaba que sus cómplices fueron buscados e inducidos por ella. En su declaración alegó que no pactó con el diablo sino que fue él el que la poseyó. Asimismo, reconoció que permitió la adoración de la que fue objeto, pero todo fueron artificios diabólicos. Los alborotos que se dieron en su pueblo tampoco fueron culpa suya, puesto que algunas personas creyeron en ella pero todo fue obra del diablo porque esas personas estaban en mal estado. Parece que hubo alborotos y excesos por parte de los "endiablados" o creyentes en la Beata Isabel.

Suporte un cuarto de papel escrito por recto y verso.
Arquivo Archivo Diocesano de Cuenca
Repository Inquisición
Fundo Procesos de delitos
Cota arquivística Legajos 642-643, Expediente 7825
Fólios Pieza 20, 47r-v
Transcrição Laura Martínez Martín
Revisão principal Gael Vaamonde
Contextualização Laura Martínez Martín
Modernização Gael Vaamonde
Data da transcrição2014

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Villar del Aguila y Noviembre 9 de 1800.

Mi mas estimado Sr Dn Juan Antonio: Recibo la mui apreciable de Vm, y me alegro qe el papel trabajado por nro Dn Josef Clemot este a gusto, y satisfaccion de Vm. Veo el Reglamento, qe pone, y qe dize se puede observar hasta qe el Sr manifieste la cosa por un efecto de su Bondad, que en sustancia es lo mismo qe Vm me dixo a la despedida; Ya dixe a Vm entonzes ,y aora repito qe semejantes diligencias ya las practique aun antes de ir a essa ciudad; y nada consegui para contener la mocion de estas Almas, y aora consigo mucho menos por ser mayor el numero de gentes, qe vienen atraidas del Sr, y mas fuerte la mocion; Me parece qe en vano son todas las diligencias humanas, quando el Sr se empeña en una cosa, buenos testigos oculares son de todo esto el P Rubielos, y el P Alcantud en el tiempo, qe han estado aqui, y cada dia veo, y experimento nuebas cosas, que admirar, y es mui distinto el verlas a rereferirlas, o escrivirlas: Mucho me he acordado de Vm en semejantes lanzes, y dezia en mi interior: Aora quisiera yo aqui al Sr torres: en una palabra, yo me veo mui confuso, y apurado sin saber como acertar, por una parte veo clara la voluntad del Sr en algunas cosas, por otra, aunqe no tengo con mucho la luz, y entendimiento, qe Vms, me se ofrezen las mismas dificultades, y reparos: Por lo qe no hallo otro recurso, qe obedecer a las ordenes, qe Vm me comunique en vista de lo qe todas Vms hallen por conveniente en atencion a lo dicho. A la Ysabel he insinuado algo del mandato qe Vm dize les haga, para qe no se hinquen de rodillas &a y me dize qe absolutamte no puede, ni esta en su mano el hazerlo, que to-men Vms la Providencia, qe les parezca, se ha puesto mui inquieta y mui mala, y con unas ansias como si se fuera a morir, todo esto nacido del principio qe Vm sabe, sin qe tenga cosa alguna de lo natural.

La Ysabel aprecia las exps de Vm, y la limosna, las devuelve con Franco, y la Manuela; esta dize no lo puede olvidar a Vm, que venza Vm todas las dificultades, qe estorben su venida a esta. Esto mismo deseo yo con ansias, por lo qe espero se dara Vm este mal rato, y en el interin mande Vm a este su mas obligado, y deseoso servor, y capn Q S M B

Juan Ximenez Llamas


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