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En este proceso concurren dos aspectos diferenciados, pero absolutamente relacionados uno con otro. En 1808 el conde de la Gavia la Grande, don Mariano de los Ríos Fernández de Córdoba, elevó un memorial al Rey donde pedía la devolución de sus rentas para sufragar los gastos derivados de su falta de salud y que le exigían la toma de baños, así como una moratoria de cuatro años para el pago de sus créditos y en los que no fuese molestado por sus acreedores. Esta situación de quiebra económica venía siendo arrastrada desde 1786 cuando la Corona intervino caudales y rentas de los mayorazgos de Gavia la Grande. A ello había que unir las desavenencias matrimonales habidas entre el conde de Gavia la Grande y su mujer, doña Antonia María de Godoy, condesa de Valdelagrana. De hecho, en 1787, la condesa trató de lograr la reunión conyugal apelando para ello al Rey; no logró los resultados deseados, un escenario que volvió a repetirse en 1790. En 1793, el hijo primogénito de los condes de Gavia la Grande y Valdelagrana, Diego de los Ríos Godoy, solicitó a la Corona la administración de las rentas intervenidas en atención a su mayoría de edad (más de 25 años). Este hecho motivó, unos años después, que el conde de Gavia la Grande deslizase rumores maliciosos en relación a la conducta de su hijo y su mujer que tuvieron que ser probados —sin resultado— por el corregidor de Córdoba. En 1800, ante la situación de emergencia económica, el conde de Gavia la Grande trató de lograr el acercamiento a su mujer; se trataba, por tanto, de resolver las desavenencias matrimoniales, no tanto con el objetivo de lograr el entendimiento conyugal, sino paliar los problemas económicos de las casas de Gavia la Grande y Valdelagrana. En este contexto se entiende la incorporación de las once cartas intercambiadas —salvo una de ellas— entre el conde de Gavia la Grande y la condesa de Valdelagrana y escritas a lo largo de los años de 1800 y 1801. En ellas se entreveían los problemas conyugales y familiares, así como los intentos razonados para lograr restaurar la convivencia.
Letter from María Antonia de Godoy, countess of Valdelagrana, to Mariano de los Ríos Fernández de Córdoba, count of Gavia la Grande.
María Antonia de Godoy informs her husband about her health and about how her daughter’s marital matter is evolving.
In this trial two different aspects converge. In 1808, the count of Gavia la Grande, Mariano de los Ríos Fernández de Córdoba, presented a brief to the King to ask for a return of his rent in order to defray the expenses arisen from his health conditions. These health problems demanded from him to take baths. Besides, he also asked for a four-year moratorium for the payment of his loans during which he would not be bother by his creditors. This situation of economic failure had been dragging on since 1786, when the crown intervened the entailed estates of Gavia la Grande. In addition, there was marital discord between the count of Gavia la Grande and his wife Antonia María de Godoy, countess of Valdelagrana. And despite the countess´ tries to achieve marital gathering in 1787 by calling on the King, she did not get the desirable outcome. This situation repeated again in 1790 and, a few years later, in 1793. Furthermore, on his coming of age (25 years old), the firstborn son of the Counts of Gavia la Grande y Valdelagrana, Diego de los Ríos Godoy, made a request for the crown to allow him to administrate the intervened rent. A few years later some malicious rumours towards his son and wife’s conduct were spread by the count of Gavia la Grande, provably motivated by the aforementioned fact. These rumours had to be proven by the Corregidor of Cordoba, who did not succeed in doing so. In 1800, the houses of Gavia la Grande and Valdelagrana were facing a situation of economic emergency, therefore, the count of Gavia la Grande tried to reconcile with his wife. It was the moment to put behind the marital discord, not really to achieve a conjugal understanding, but to alleviate the financial problems of the two houses. This is the context in which these eleven letters, with the exception of one, are exchanged between the count of Gavia la Grande and the countess of Valdelagrana throughout the years 1800 and 1801. In the letters can be glimpsed the conjugal and family problems, as well as the reasonable attempts to restore cohabitation.
al
me
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posicyon
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que
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