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Maarten Janssen, 2014-

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[1795-1805]. Carta de Atanasio Martínez (Zamarra) para fray Felipe de los Rubielos, franciscano descalzo.

ResumoEl autor informa a fray Felipe de los Rubielos de sus experiencias místicas, de sus padecimientos y dolores, en especial en los momentos de oración.
Autor(es) Atanasio Martínez
Destinatário(s) Felipe de los Rubielos            
De España, Cuenca
Para S.l.
Contexto

El proceso se abrió por alumbrados contra María Isabel Herráiz, la beata de Villar del Águila, entre 1802 y 1808. Se trata de un amplio proceso en el que se incluye a muchas otras personas que tienen relación con ella y se les acusa de ser cómplices en las ilusiones de María Isabel Herráiz. Ella creía que Jesucristo se encontraba en ella, por lo que no podía comulgar, incluso algunos otros acusados afirmaban que veían a Jesús hecho Niño en el pecho de la acusada. Cuando ella abjuró reconoció los errores que había declarado, errores que se debían al mal espíritu que había sido el causante de todas las señales que ella había recibido, las revelaciones, visiones que ella había creído que eran verdaderas y enviadas por Dios. Lo mismo ocurría con la creencia que María Isabel Herráiz tenía de que el Señor se había colocado en su pecho y que se había consagrado en su cuerpo para efectuar una reforma general en el mundo por su ministerio y para el establecimiento de un nuevo Apostolado y que había de morir en Roma y su cuerpo subir a los cielos al tercer día, hechos que estaban anunciados en el Apocalipsis y otros libros sagrados. María Isabel Herráiz alegaba que todos estos pensamientos los había tenido por culpa del demonio, quien había transformado y acalorado su imaginación, ofuscado su entendimiento, entorpecido su razón para no descubrir el engaño. Justificaba que sus cómplices fueron buscados e inducidos por ella. En su declaración alegó que no pactó con el diablo sino que fue él el que la poseyó. Asimismo, reconoció que permitió la adoración de la que fue objeto, pero todo fueron artificios diabólicos. Los alborotos que se dieron en su pueblo tampoco fueron culpa suya, puesto que algunas personas creyeron en ella pero todo fue obra del diablo porque esas personas estaban en mal estado. Parece que hubo alborotos y excesos por parte de los "endiablados" o creyentes en la Beata Isabel. Tanto Atanasio Martínez como fray Felipe Rubielos figuraban entre los apóstoles de la beata. Esta carta fue incautada a Atanasio Martínez. Éste fue detenido por ficción de revelaciones, culto y adoración a la beata María Isabel Herráiz, siendo reprendido y desterrado por 8 años de Cuenca y Villar del Águila. Tanto Atanasio Martínez como fray Felipe Rubielos figuran entre los apóstoles de la beata. Esta carta fue incautada a Atanasio Martínez. Éste fue detenido por ficción de revelaciones, culto y adoración a la beata María Isabel Herráiz, siendo reprendido y desterrado por 8 años de Cuenca y Villar del Águila.

Suporte un folio de papel doblado en cuarto, escrito por todas las caras.
Arquivo Archivo Diocesano de Cuenca
Repository Inquisición
Fundo Procesos de delitos
Cota arquivística Legajos 642-643, Expediente 7825, Pieza 21
Fólios [298]r-[299]v
Transcrição Laura Martínez Martín
Contextualização Laura Martínez Martín
Modernização Gael Vaamonde
Data da transcrição2014

Page [298]r > [298]v

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Viva la Purisima Reyna de los Angeles: Amado y Rmo pe Lector en nro amoroso Jesus, y S P
[2]
m y nra Nueva Protectora

No aviendome ocurri

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do cosa singular que comunicar a Vm, y guardando
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el precepto del tribunal, e guardado al mismo tpo el
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silencio que tal vez Vm abra estrañado: es verdad
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fui movido para acerlo al tiempo que Vm se iba
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a Priego, con el objeto de allar algun alivio en
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las terribles borrascas que me e visto con los
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enemigos, y la mayor fue l al mismo tiempo
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que la paso la Sra o el sor e la nueva forma
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pero interiormte me alevantava la confianza
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en el Sor y en la palabra que me dijo, el pri
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mero dia de mi prision, que no temiera qe
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conmigo estaba; mas con la nueva era
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tan grande y se avia obscurrecido el sol de Jus
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ticia, no allava puerto seguro en tal te
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rrible tempestad; asta que la diva miseri
[18]
cordia se sirvio sacarme de tanta obscuri
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dad; d estas batallas a abido dos grandes

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