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Maarten Janssen, 2014-

PSCR6437

[1695]. Copia de carta de fray Apolonio de la Natividad, fraile agustino, para sor Teresa de San Jerónimo, monja.

ResumoEl autor escribe a sor Teresa de San Jerónimo para explicarle sus experiencias místicas y pedirle consejo para amar a Dios.
Autor(es) Apolonio de la Natividad
Destinatário(s) Teresa de San Jerónimo            
De Italia, Nápoles
Para Italia, Palermo
Contexto

En 1698 fray Apolonio de la Natividad fue acusado de herejía, sortilegio, iluso y molinista. Parte de los cargos en su contra hacían referencia a la amistad que había entablado con fray Celestino de San Nicolás y la monja Teresa de San Jerónimo, quien también había sido acusada de ilusa. El reo confesó que sufría desmayos y alucinaciones (solía ver un rayo que salía de su corazón) y que él interpretaba esto como una gracia divina, una concesión de Dios para que lo comunicara al resto de criaturas. Asimismo, explicó que desde que comenzaron estos fenómenos se encontraba mal y por este motivo fray Celestino de San Nicolás le había aconsejado que le acompañara a Nápoles a visitar a sor Teresa de San Jerónimo, considerada "maestra en el camino de la virtud". Fray Apolonio de la Natividad declaró que el verdadero seguidor de la monja era fray Celestino de San Nicolás. En su defensa argumentó, además, que todos los consejos que recibió de la religiosa estaban relacionados con las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús, por lo que no vio nada sospechoso en ellos. Sí le extrañó que la monja y fray Celestino de San Nicolás acostumbraran a besarse, lo que este último justificaba sosteniendo que de este modo se sentía más cerca de Dios. Sin embargo, un día fray Celestino de San Nicolás le confesó los duros tormentos que padecía y sus deseos carnales. Como el malestar de fray Apolonio de la Natividad continuaba, le sugirieron ir a Roma en compañía de otro fraile llamado Salvador. Pero no llegaron a su destino porque las muestras de herejía del reo eran cada vez más evidentes y Salvador murió en el trayecto.

En el proceso se conservan varias cartas, entregadas como prueba por el fraile Justino del Santísimo Sacramento, sacerdote y religioso profeso de la Orden de las Agustinas Descalzas, cuando prestó testimonio de manera espontánea ante el Tribunal del Santo Oficio. No hay ningún dato de cómo acabaron en sus manos. Tanto el acusado como fray Celestino de San Nicolás y Teresa de San Jerónimo reconocieron su autoría. Esta incluso dijo que se habían intercambiado más misivas entre ellos, pero que las había roto o extraviado. Las cartas fueron utilizadas por el fiscal para hacer partícipes a algunos de los compañeros de fray Apolonio de la Natividad de las injurias que este vertía en su contra.

La causa fue suspendida el 14 de marzo de 1699 en el Tribunal de la Inquisición de Sicilia. Sin embargo, en mayo de ese mismo año se remitió el caso a Madrid para que fuera juzgado de nuevo. Finalmente, en 1702 fray Apolonio de la Natividad fue condenado a abjurar de vehementi en auto público de fe, a tres años de cárcel y a cinco años de destierro. Por su parte, fray Celestino de San Nicolás y Teresa de San Jerónimo fueron acusados de cómplices, siendo determinantes para ello las cartas aportadas al proceso, y quedaron pendientes de sentencia.

Respecto a la misiva aquí transcrita, hay un error en la numeración de las páginas, que pasan directamente de la 22 a la 25.

Suporte un folio de papel escrito por el verso, un folio de papel escrito por recto y verso y un folio de papel escrito por el recto.
Arquivo Archivo Histórico Nacional
Repository Inquisición
Fundo Secretaría de Aragón, Tribunal de Distrito de la Inquisición de Sicilia
Cota arquivística Legajo 1747, Expediente 12
Fólios Pieza 2, 20-[23]
Socio-Historical Keywords Guadalupe Adámez Castro
Transcrição Guadalupe Adámez Castro
Revisão principal Carmen Serrano Sánchez
Contextualização Guadalupe Adámez Castro
Modernização Carmen Serrano Sánchez
Data da transcrição2016

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Amor y paçiençia Muy cara madre mia en JesuChristo. Creya yo que habia ya mi alma hecho algun progreso en el amor divino, pero de lo que he entendido por sus cartas echo de ver, que lo que se obra en mi, es amor de Dios para conmigo, pero yo todavia no he empeçado a amar a Dios, y de esto tuve tambien un claro conoçimiento en la oraçion; Ahora yo echando de ver esta cosa queria haçer alguna actividad casi esforcandome por amor de Dios, no pudiendo sufrir ser solamente amado d el, y no amarle yo, pero me pareçia, que aquella mi actividad estorbase las operaçiones de Dios, antes me pareçia, que yo no solamente era indigno de ser unido con el, pero respeto de ser tan miserable, como era, ni tampoco mereçia de amarle; o este conoçimiento lo tuve por las palabras, que Vm me diçe, es a saber, que no pierda el tiempo en considerar las operaçiones, que se haçen en mi; yo desdichado creia, que aquellos movimien-tos los hiçiese el alma ençendida del Amor Divino, pero echo de ver, que estoy en error, porque no he empeçado todavia a amarle, o, por deçir mejor, la llama del amor de Dios no ha todavia informado mi alma, y creo que aquellos movimientos los haya causado mi indisposiçion; la ruego que se apiade de un alma tan pobre, como es la mia; Açerca del sueño, digo así, porque estas operaçiones en mi son casi continuas, con su frequença me causan cierta flaqueça en el seno, y despues de haverme causado la flaqueça ni tampoco acaban, conque la naturaleça, enflaqueçida en estas operaçiones se duerme, y quando me despierto, me pareçe que el alma casi por fuerça se despegue del seno, y se reparta para informar el remanente del cuerpo; otras vezes estando con toda quietud me duermo sin saber nada, ni quando empecé a dormir, quando acaba la oraçion me hallo en el mismo sitio, en que me puse, echado un poco atras, y creyendo de haver hecho oraçion, hallo que he dormido, y por lo que he estado atras, tengo quedo un con dolor grande en los riñones; Madre mia amorosa yo quedo poco satisfecho, porque por lo mas me sucede esto, quando he dormido poco la noche, y no creo, que sea el sueño, que tienen las personas espirituales en la oraçion, los efetos, que en mi deja son estos, el ver el alma, que al istante que ha dormido, deseosa de suplir aquella falta se contentaria de prosiguir la oraçion; yo, madre, no veo otra cosa aqui en el Profesorio; quien se queja, quien padeçe penas de infierno, quien esta afligido, y congoxado; parece, que todos padezcan; yo solo, me pareçe, que no padezca nada, ni tampoco me viene d ello deseo. Por tanto bivo con miedo, creyendo, que en lugar de adelantarme me atraso; ni me diga Vm que este mesmo miedo sea mi quietud, porque me dura por un quarto de hora al dia, y façilmente lo echa de mi la frequençia de estas operaçiones que siento; y asi soy un alma sin amor, sin Cruz; todos, parece, que segun mi inclinaçion me respeten, ni siento que me den alguna molestia ni Dios, ni los hombres; Vea pues madre mia, y aconsejeme lo que devo haçer; Vea si quiere que yo mortifique en algo mi cuerpo, trayga çilicios, o, que me astenga algo de comer; aconsejeme, segun le parece, que sea la voluntad de Dios, y le ruegue, que ponga todo en execucion; Las pasiones de la honra son mas bivas ahora, que nunca, muy poco, o, nada de provecho veo haver hecho regulando mi vida con la de nro Señor JesuChristo; otros dicen, que de lo que eran, y son se han mudado como del Cielo a la tierra, pero yo confieso la verdad, soy mas miserable ahora, de lo que era entonçes, ni crea, que sea humildad, porque hablo con una madre descubriendola mi coraçon; las operaçiones, que yo siento, me haçen conjeturar que estoi en graçia de Dios, y asi me haçen estar el hombre mas bienaventurado del mundo; pero quitando estas, que son cosas de Dios, el remanente es un coraçon de miserias; si se me representa el padeçer, se me achica el coraçon

la abnegacion de si mismo me congoxa; el mortificarme, soy su hombre , no he menr de cosas de principiantes, los actos de desacato, antes de contumaçia con el superior todavia tienen su morada en mi coraçon; y muchas otras cosas, que puede d estas Vm conjeturar; este es su querido Apolonio, el qual cada dia se comulga; Madre se apiade de mi, porque tambien yo fuy redimido con la sangre preçiosa de JesuChristo, he reçibido d el muchos benefiçios; y en mi vida no he hecho otra cosa, que pecar, y ahora soy la misma ingratitud; se apiade de mi, que soy criatura criada para ver a Dios, pero no como andaran las cosas, si yo prosiguire d esta manera; acabo, y la ruego, que quiera entender la cosa, como yo la entiendo, de otra manera me hara gran daño. Fr Apolonio.


Legenda:

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