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Maarten Janssen, 2014-
Resumen | El autor recuerda a fray Felipe de los Rubielos que quizás viajase a visitarle para el otoño ya que anteriormente, en primavera, no pudo hacerlo. También le cuenta que ya en Yepes, donde él se encuentra, no se oye nada acerca de “esa mujer que tantos ruidos a causado”, seguramente la beata María Isabel Herráiz. |
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Autor(es) | Juan Francisco Díaz y Parreño |
Destinatario(s) | Felipe de los Rubielos |
Desde | España, Toledo, Yepes |
Para | España, Cuenca |
Contexto | El proceso se abrió por alumbrados contra María Isabel Herráiz, la beata de Villar del Águila, entre 1802 y 1808. Se trata de un amplio proceso en el que se incluye a muchas otras personas que tienen relación con ella y se les acusa de ser cómplices en las ilusiones de María Isabel Herráiz. Ella creía que Jesucristo se encontraba en ella, por lo que no podía comulgar, incluso algunos otros acusados afirmaban que veían a Jesús hecho Niño en el pecho de la acusada. Cuando ella abjuró reconoció los errores que había declarado, errores que se debían al mal espíritu que había sido el causante de todas las señales que ella había recibido, las revelaciones, visiones que ella había creído que eran verdaderas y enviadas por Dios. Lo mismo ocurría con la creencia que María Isabel Herráiz tenía de que el Señor se había colocado en su pecho y que se había consagrado en su cuerpo para efectuar una reforma general en el mundo por su ministerio y para el establecimiento de un nuevo Apostolado y que había de morir en Roma y su cuerpo subir a los cielos al tercer día, hechos que estaban anunciados en el Apocalipsis y otros libros sagrados. María Isabel Herráiz alegaba que todos estos pensamientos los había tenido por culpa del demonio, quien había transformado y acalorado su imaginación, ofuscado su entendimiento, entorpecido su razón para no descubrir el engaño. Justificaba que sus cómplices fueron buscados e inducidos por ella. En su declaración alegó que no pactó con el diablo sino que fue él el que la poseyó. Asimismo, reconoció que permitió la adoración de la que fue objeto, pero todo fueron artificios diabólicos. Los alborotos que se dieron en su pueblo tampoco fueron culpa suya, puesto que algunas personas creyeron en ella pero todo fue obra del diablo porque esas personas estaban en mal estado. Parece que hubo alborotos y excesos por parte de los "endiablados" o creyentes en la Beata Isabel. |
Soporte | un folio de papel doblado en cuarto, escrito por el recto del primer cuarto y por el recto del segundo cuarto. |
Archivo | Archivo Diocesano de Cuenca |
Repository | Inquisición |
Fondo | Procesos de delitos |
Referencia archivística | Legajos 642-643, Expediente 7825 |
Folios | Pieza 11, [27]r y [28]r |
Transcripción | Laura Martínez Martín |
Revisión principal | Gael Vaamonde |
Contextualización | Laura Martínez Martín |
Normalización | Gael Vaamonde |
Fecha de transcipción | 2013 |
1801. Carta de Juan Francisco Díaz y Parreño para fray Felipe de los Rubielos, franciscano descalzo.
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